Un Curso de Milagros nos enseña lo que la psicología demuestra en términos científicos. El enfoque que da este libro es más metafísico, pero nos hace comprender lo mismo desde otro prisma. En el capítulo 21 nos habla de «razón y percepción» de una forma clarificadora que nos lleva a entender cómo podemos ser víctimas de nuestros juicios o creadores de nuestra realidad. Recordemos que la realidad que vivimos es el resultado de nuestro estado mental, dado que el cerebro no puede percibir nada que tú no creas que existe.
«La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado y no una causa. (…)
La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo (…) Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. Estas son las únicas alternativas que tienes ante ti. Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. EL mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. Y ese es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti.»
Es decir, que no vemos el mundo como es sino como somos. No se trata del famoso «ver para creer» sino de creer para ver. Y tiene mucha lógica si se piensa de esta manera. ¿Cómo es posible percibir algo que no creas que existe? Si eliges creer que el mundo es un lugar peligroso es inevitable que te sientas atacado constantemente y adoptes una posición de defensa, lo cual lleva inevitablemente a sentirse separado de todo. Pero es en el plano mental donde comienza la separación. UCDM nos recuerda la parte de la mente que nunca se ha olvidado que no existe nada externo a nosotros, lo que llama mente recta o mente de Dios. Y es cierto que cuando nos permitimos perdonar, reconociendo el juicio que hemos hecho sobre algo, dándole nuestra interpretación subjetiva, aparece el verdadero propósito de esa situación, y la herramienta que se usa para gozar de esa «visión» es la parte de la mente de Dios. Por tanto, solo tenemos que recordar y no buscar aprender nada nuevo. Esta parte de la mente es ancestral. Solo debemos desaprender para recordar y experimentar que el mundo solo se compone de aquello que proyectamos en él y que tenemos la capacidad de escuchar y ver la verdad en todas las cosas si nos permitimos ese estado de observación y ecuanimidad. Así es como aparece la elección. Cuando gozas de silencio mental, Dios habla a través de ti.
Y continua:
La canción olvidada
«No te olvides nunca de que el mundo que «ven» los ciegos tiene que ser imaginario, pues desconocen el verdadero aspecto del mundo. Tienen que inferir lo que se puede ver basándose en datos que son siempre indirectos y reformular sus deducciones según tropiezan y se caen debido a lo que no reconocieron, o bien pasar sin sufrir daño alguno a través de puertas abiertas que ellos creían cerradas. Y lo mismo ocurre contigo (…) No es necesario imaginar qué aspecto debe tener el mundo. Antes de que lo puedas reconocer como lo que es, tienes que verlo. Los juicios siempre te darán indicaciones falsas, pero la visión te muestra por donde ir. ¿Por qué tratar de adivinarlo?(…)
No hay que sufrir para aprender. Las lecciones benévolas se asimilan con júbilo y se recuerdan felizmente (…) Los ciegos se acostumbran a su mundo adaptándose a él. Creen saber cómo desenvolverse en él. Han aprendido a hacerlo, pero no a través de lecciones gozosas, sino a través de la dura necesidad impuesta por las limitaciones que no creían poder superar. Y como todavía lo siguen creyendo, tienen en gran estima a esas lecciones y se aferran a ellas porque no pueden ver. No entienden que son las lecciones en sí las que los mantienen ciegos. Eso no lo creen. Y así, conservan el mundo que aprendieron a «ver» en su imaginación, creyendo que solo pueden elegir entre eso o nada. Odian el mundo que aprendieron a conocer mediante el dolor. Y todo lo que creen que habita en él solo sirve para recordarles que están incompletos y que se les ha privado injustamente de algo (…) Presta atención, y mira a ver si te puedes acordar de lo que vamos a hablar ahora.
Escucha… tal vez puedas captar un leve atisbo de un estado inmemorial que no has olvidado del todo; tal vez sea un poco nebuloso, mas no te es totalmente desconocido: como una canción cuyo título olvidaste hace mucho tiempo, así como las circunstancias en las que la oíste. No puedes acordarte de toda la canción, sino sólo de algunas notas de la melodía, y no puedes asociarla con ninguna persona o lugar, ni con nada en particular. Pero esas pocas notas te bastan para recordar cuán bella era la canción, cuán maravilloso el paraje donde la escuchaste y cuánto amor sentiste por los que allí estaban escuchándola contigo (…)
He aquí el recuerdo de lo que eres: una parte de ello que contiene todo ello dentro de sí, y que está tan inequívocamente unida a todo como todo está unido en ti. Acepta la visión que te puede mostrar esto y no el cuerpo. Te sabes esa vieja canción y te la sabes muy bien. Nada te será jamás tan querido como este himno inmemorial de amor que el Hijo de Dios le canta a su Padre.»
Cierto es que este conocimiento es fundamental en la psicoterapia. En realidad no hay eso que llamamos paciente y especialista, mas bien, son dos personas que se unen para que Dios sane a través de ellos. Creer en la enfermedad es lo que la hace real. Si quieres ayudar a sanar a alguien no puedes tener un estado mental donde haya cabida para la enfermedad. De ser así, solo refuerzas aquello contra lo que luchas. La enfermedad solo es el resultado de una incoherencia en el plano mental/emocional, por tanto, solo hay que recordar esta parte de la mente de Dios para establecer coherencia y el síntoma desaparece dado que ya no hay error de percepción. Te invito a recordar esta dulce melodía en aras de la visión que cambiará el mundo.