Una oportunidad real

Hay quién aún piensa que el mundo, de una u otra manera, volverá a ser lo que era. Nada más lejos de la realidad. La conciencia humana está cambiando a pasos agigantados y el inconsciente colectivo, por mucho que quiera, no volverá a ser nunca lo que era. Cada pequeño cambio en la conciencia de una especie tiene su resultado en un cambio en la realidad. A veces estos cambios son significativos y a veces a penas se tienen en cuenta. No obstante, grandes o pequeños, los cambios son cambios y si lo vemos en términos evolutivos, son irreversibles. La naturaleza siempre avanza, nunca decrece, y cuando lo hace es para aportar un cambio aún mayor quitándose de en medio todo lo innecesario para lograr dicho cambio.

Llevamos ya muchos años sintiendo que algo no iba bien en nuestra manera de vivir, nuestros hábitos de consumo, nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y con el medio ambiente, nuestra manera de trabajar, la forma en la que criamos a nuestros hijos, etc… y por fin, aparece una oportunidad real de cambio a gran escala. Lo que el mundo vive actualmente se puede comparar al dolor de un parto. Está naciendo una nueva humanidad y es real, fruto de muchas semillas plantadas en el pasado por hombres y mujeres valientes que arriesgaron su propio bienestar en aras de una conciencia que nos haga vivir realmente libres como bien dicta nuestra naturaleza más profunda. La sociedad actual, con sus dogmas capitalistas está en jaque ante el despertar de millones de personas que ya saben que no tienen porqué hacer nada que no quieran. Aún quedan muchos que andan confundidos ante los últimos acontecimientos, esperando que alguien les diga cómo va a ser su futuro y sus nuevas vidas normales. Aún no saben que la única revolución posible es la revolución interior, que nada cambia en el exterior si la conciencia que lo observa no ha cambiado su perspectiva, su manera de pensar y, por tanto, su percepción. Hoy día, tenemos el entorno perfecto para hacer ese trabajo interior, para cuestionarnos desde el silencio y la quietud en qué valores hemos basado nuestras vidas. Estamos en el momento perfecto para sacar a la luz las sombras humanas que por tanto tiempo han sido juzgadas y condenadas sin darnos cuenta de que esas sombras estaban dentro de cada uno de nosotros. Somos más que un cuerpo y una mente. Somos un organismo consciente y viviente que ahora por fin tiene la oportunidad de crecer y evolucionar por amor y comprensión y no por miedo o por dolor. Nunca antes se vio tan claro. Y si bien es cierto que aún hay muchos miedos, mucha incertidumbre y mucha torpeza a la hora de crear nuevas maneras de convivencia, también lo es que ya es muy claro saber qué es lo correcto frente a lo conveniente. La verdad se ha movido en las últimas décadas como una apisonadora, lenta pero constante, y ahora vivimos los tiempos en los que padecemos el dolor de quién aún se resiste a este derrumbamiento. La falsa moral que practicaba este sistema con sus métodos corruptos, la evidente degradación de la inteligencia con sus bases en una educación castrante y competitiva, la tecnología al servicio de la industria militar, los videojuegos y el entretenimiento o la pornografía, la medicina basada en medicamentos al servicio de las industrias farmacéuticas, etc… se están haciendo tan evidentes que resulta imposible negar su crueldad y su efecto tan nocivo en los individuos que formamos la sociedad. También resulta excesivamente molesto escuchar los argumentos tan falaces que antiguamente era tan socialmente aceptados. Muchos niños, sin saber porqué, ya no quieren comer carne y sufren cuando se ven obligados por sus madres a comer lo que no quieren, prueba irrefutable de que la conciencia humana ya no es la misma. Adolescentes que no encuentran ninguna motivación en estudios que siguen repitiendo lo mismo que hace décadas. Adultos que se ven en sus trabajos de toda la vida con un sinsentido aplastante y que no pueden justificar con ninguno de los antiguos argumentos que se daban a sí mismos. En definitiva, se está produciendo un cambio del que no todos son conscientes pero que todos, de una u otra forma padecen.

Resulta aterrador si se entiende desde una vieja conciencia. Pero es alentador pensar que estamos ante las puertas de una nueva humanidad capaz de lo que se proponga si es por el bien común. Al igual que en un parto, los miedos y las inseguridades nos hacen dudar de la propia vida, ahora las dudas asaltan nuestra capacidad de redefinirnos, sin embargo, es mucho más lo que nos motiva que lo que tememos y cada uno debe buscar dentro de sí una esperanza real de la que todos se puedan beneficiar. No porque seamos buenos o solidarios, sino porque es nuestra verdadera naturaleza. Y uno de los puntos importantes de este salto de conciencia es que todos estamos entrando en coherencia con lo que somos realmente, lo cual compromete nuestra realidad individual. Y ahí es donde tenemos que ser valientes. Es en este punto donde nos convertimos en auténticos ejemplos para los demás si decidimos cumplir nuestros sueños más profundos dejando en un lugar secundario todo lo que hasta ahora habíamos considerado prioritario. Es una gran oportunidad donde el tiempo es fundamental. El momento es ahora, es hoy cuando tú puedes hacer por lograr lo que toda la vida has dejado de lado. El mundo lo necesita. Tú lo necesitas. Y es muy obvio observar que la vida se abrirá para quién se abra a la vida, solo que ese primer paso nos corresponde a nosotros ya que nuestra voluntad es realmente sagrada.

Todos, tarde o temprano despertaremos ante lo evidente. Se está cayendo el velo y aún parece que está justificado seguir alargando el momento del cambio mientras nos agarramos a lo viejo conocido, pero no es así. Tomar conciencia es el único motor posible y eso depende íntegramente de tu voluntad y predisposición. Hay mucho que perdonar y que corregir, pero sobre todo, hay muchos, muchísimos sueños que materializar y ahora es el momento. Todo converge en este punto. La humanidad está pendiente de ese hilo que divide tu mente en dos conciencias que operan con dos sistemas de creencias totalmente opuestos y cada uno debe librar esa batalla como mejor sepa, sólo o acompañado, con o sin guías, pero ha de decidir por sí mismo en qué lugar quiere estar. Pues si el objetivo es tu libertad, debes ser libre para elegirlo.

Piensa sólo. Siente unido.

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