No busques fuera de tí mismo

¿Cuántas personas siguen pensando que encontrarán algún día la solución perfecta a todos sus problemas? El remedio milagroso, el método perfecto, el interruptor mágico, la nueva terapia tan efectiva, la técnica oriental maestra, etc… Todo proyecciones de una parte de nuestra mente que trata de evitar por todos los medios que busques en el único lugar que pueden haber respuestas, dentro de tí mismo.

Todas las personas tenemos una parte de nuestra mente que funciona con proyecciones, calculando posibilidades en el futuro y previniendo los peligros comparando la información del momento presente con experiencias pasadas en nuestro cerebro. Esa parte de nosotros nos dice de forma mecánica y repetitiva que «tenemos que hacer algo» porque «hay algo que necesitamos». Analicemos esto por un segundo, pues los resultados de no hacerlo son una cascada de errores caóticos sin sentido ni propósito que no dejan ver que el parámetro inicial que causa tal desorden es muy simple. Digamos que cada uno de nosotros posee una versión de los hechos, una interpretación subjetiva y única que le atribuye explicación a lo que experimentamos. Que seamos capaces de atribuir explicación no significa que la explicación que aceptemos como válida sea correcta. De hecho, una interpretación, en sí misma, ya es algo que se aleja de la verdad, pues la verdad no necesita explicarse sino que simplemente Es. Podríamos deducir entonces que todo aquello que necesita explicación no es verdad y justo por eso necesita una explicación. Aquellas personas que dedican mucho tiempo a explicar a los demás sus «problemas», son justo aquellas que tienen más «problemas», pues según esta línea de razonamiento, estarían tratando de explicar lo inexplicable, dar por verdad una mentira y atribuirle realidad a su interpretación ilusoria. En sí mismo, esta es una campaña que no puede llegar a buen término por la incongruencia de los medios y el propósito. Ahora bien, ¿de donde proviene el apego que tenemos a las interpretaciones propias? ¿Por qué no asumir de antemano la mecánica de esa parte de nuestra mente y aprender a convivir con ella sin que condicione nuestras decisiones? Si por defecto la mente nos dice que «hay algo que necesitamos» es porque creemos que «hay algo que no tenemos». Y si esta creencia está detrás es porque nos sentimos carentes de algo. Podríamos continuar tirando de ese hilo y llegaríamos a ese profundo anhelo que siente el ser humano con respecto a todo.

Es bien sabido, que vivir con ese vacío no es un hecho que tenemos que aceptar como parte intrínseca de nosotros, sino que es una elección. Elección que en la mayoría de los casos es completamente inconsciente e involuntaria. Ahora bien, ¿qué pasaría si no acepto la interpretación que hace mi mente de algo y no caigo en la trampa de dar por hecho que hay algo que necesito? ¿Qué pasaría si aquí y ahora, todo está bien? Puede que este camino nos lleve a mejor puerto pues de antemano aceptamos que la necesidad y la carencia es una elección que hace una parte de mi mente y no un hecho que condiciona mi voluntad. Todo lo que percibimos como problemas tiene su origen en aceptar que sabemos lo que necesitamos y elegir las soluciones que, por definición, serán erróneas. No puede ser que toda la potencialidad del ser humano se encuentre atascada por este hecho tan simple… O sí? No es fácil darse cuenta de las tremendas implicaciones que tiene no saber decir «reconozco que no se lo que necesito», y aceptarlo primero como una idea, luego como norma del pensamiento para finalmente ser un hábito. Cuando aceptamos esta premisa, en apariencia amenazante incluso insultante para la «inteligencia humana», estamos reconociendo el hecho de que creer saber lo que uno necesita sienta mal, independientemente de la necesidad, y por ende, que tiene que haber otra manera que desconocemos. Un Curso de Milagros lo explica con maestría:descarga (26)

«No busques fuera de ti mismo. Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. (Al decir ídolo ser refiere a la interpretación de esa parte de la mente). El Cielo no se puede encontrar donde no está, ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. (…) No busques fuera de tí mismo. Pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas, y de insistir que sabes dónde encontrarlo. ¿Y qué pasaría si no estuviese allí? ¿Preferirías tener razón a ser feliz? Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad, y no la sigas buscando por más tiempo en ningún otro lugar, pues buscarás en vano. Mas se te ha concedido conocer la verdad, y saber que no la debes buscar fuera de ti mismo.»

Tiene sentido entonces renunciar a la primera interpretación que hace tu mente cuando percibe que la raíz del problema es externa a ella. Tal vez sea por eso que creamos que la solución debe estar fuera de nosotros mismos y la busquemos desesperadamente en gurús de la sanación o cualquier otro tipo de ídolo. Por mi experiencia en consulta, debo decir que ni uno solo de los clientes que he tratado, tiene una interpretación correcta del origen de su síntoma, lo cual le da todo el sentido al síntoma, pues la biología te avisa de que estás buscando soluciones erróneas a problemas que en verdad son la solución.

Por tanto, no creerse a si mismo debe ser una actitud mental. Quizá esto pueda parecer un suicidio mental al principio, pero cuando se obtienen los resultados de una introspección silenciosa y se descubre que la raíz del «problema» es otra muy diferente de la que se percibía, invade una tremenda sensación de paz ligada a la comprensión mental de un hecho que sucede en niveles de la conciencia imperceptibles para la razón. El camino hacia tal verdad podemos empezarlo con la escucha atenta de las sensaciones y emociones más descarga-40profundas. La verdad aflora sola sin necesidad de explicación alguna.

Para entender que esa parte de la mente que percibe en carencia y necesidad es la misma en todos los seres humanos, debemos simplemente, no identificarnos con ella. Esto se consigue observando con ecuanimidad. Cuando uno descubre que esa mecánica es la misma en todos, empieza a ver en los demás con relativa facilidad el origen de sus conflictos y, que la incapacidad de reconocer la propia ignorancia es una simple cuestión de apego a su interpretación subjetiva. En otra palabras, querer tener razón en lugar de permitirse dudar para terminar sanando. Un Curso de Milagros continua:

«No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna esperanza, alguna ilusión persistente o algún sueño de que hay algo fuera de sí mismo que le puede brindar paz y felicidad. Si todo se encuentra en él, esto no puede ser verdad. Y así, al venir a este mundo, niega su propia verdad y se dedica a buscar algo que sea más que lo que lo es todo, como si una parte de ese todo estuviese separada y se encontrase donde el resto no está. (…) Y así, vaga sin rumbo, creyendo ser lo que no es, en busca de algo que no puede encontrar.

Esta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no se dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. (…)

Sacrificarse es renunciar a algo, y, consecuentemente, estar privado de ello y haber sufrido una pérdida. No busques fuera de ti mismo. Esa búsqueda implica que te falta plenitud interna y que temes contemplar tu ruina, por lo que prefieres buscar lo que eres fuera de ti mismo.»

Esta idea de renunciar a la interpretación de la mente puede confundirse con la idea de sacrificio que expone UCDM. En principio, puede parecer que renunciar a «mi versión» de los hechos es renunciar a la razón, a lo que yo percibo, a lo que es verdad para mí,…¿y no es esto sacrificio? Tiene lógica para un sistema de pensamiento que incluye como base la idea de que hay algo que puedes ganar o algo que puedes perder. Sin embargo, renunciar a las creencias en ídolos no puede ser sacrificio porque no se pierde nada. ¿Cómo iba yo a poder perder algo que no existe? Aunque nosotros sintamos la pérdida cuando se nos pide que dejemos ir una creencia, en realidad, no perdemos absolutamente nada. Una creencia, un ídolo, una imagen, etc… son solo proyecciones que ocurren primero en mi mente y luego parecen reales y externas a mi en virtud de mi petición. Al renunciar a la creencia abrimos paso a todas las posibilidades, y si son todas las posibilidades es que no falta nada. Por tanto, se vive como que se pierde algo muy útil que nos ha servido hasta ahora a cambio de algo que no sabemos si nos servirá, y lo que sucede es que dejamos ir lo que no es nada para recordar a través de un estado, que ya lo tenemos todo. Todo lo que necesitas para ser feliz lo tienes aquí y ahora. Esa búsqueda será apasionante, pues en ese camino si encontrarás grandes respuestas y verás verdaderos resultados. Lo mejor de todo, es que no necesitarás explicarlo ni nadie te lo podrá explicar. Tan sólo puedes vivirlo y darlo al mundo, pues dar es la prueba de que se tiene.

«Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impedirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se necesita fuera de ti mismo. Es inútil rendirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. (…)

Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y liberación (…), necesitas tan sólo aceptar que no sabes cual es el propósito del mundo. Le adjudicas objetivos que no tiene, y de esta forma, decides cuál es su propósito. Procuras ver en él un lugar de ídolos que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está adentro dividiendo lo que eres entre lo que está fuera y lo que está adentro. Tú eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si viniesen de afuera. Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas. Y los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.descarga (27)

(…) Ahorra tiempo, hermano mío, aprendiendo para qué es el tiempo. Y haz que el final de los ídolos venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. Tu santa mente es el altar de Dios, y donde Él está no puede haber ídolos. El temor a Dios no es el miedo de perder tu realidad sino el miedo de perder tu ídolos. No obstante, has hecho de tu realidad un ídolo, y ahora lo tienes que proteger contra la luz de la verdad. Y todo el mundo ahora se convierte en el medio para poder salvar a ese ídolo. De esta manera, la salvación parece amenazar la vida y ofrecer la muerte.

Mas no es así. La salvación trata de probar que la muerte no existe y que lo único que existe es la vida. Sacrificar la muerte no supone pérdida alguna. Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. Deja que Él te recuerde tu amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. No busques esperanzas más allá de tu Padre. Pues la esperanza de la felicidad no es la desesperación.«

Cuando decidimos que no tenemos las respuestas a las cosas que nos ocurren estamos más cerca de comprender por qué y para qué ocurren. Digamos que tenemos acceso a toda la información del universo según la teoría del holograma postulada por Denis Gabor en 1947. Lo que ocurre es que no podemos acceder a ella a través de un sistema de pensamiento que divide y fragmenta en busca de la totalidad. Buscar dentro requiere humildad y determinación y, sobre todo, sencillez, pues en esencia, el lenguaje de la naturaleza biológica y del universo físico, cumplen leyes sencillas. ¿Alguna vez te habías planteado los beneficios de no tener razón? ¿Has experimentado lo hermoso que es reconocer tu propia estupidez? ¿Comprendes el valor y la salud que roba apegarte a tus creencias? Quizá haya llegado el momento de permitirte dudar de ti mismo, de tambalear los cimientos de las creencias más profundas en beneficio de ti mismo.descarga-41

Un comentario sobre “No busques fuera de tí mismo

Deja un comentario